El término «empírico» alude al empirismo, una teoría que consiste en partir de la percepción sensible para arribar al conocimiento de tipo científico. Esto significa que todo saber que pretenda ser tomado como válido en el marco de la ciencia debe ser necesariamente el producto de la percepción sensorial -más específicamente, de la observación- para ser posteriormente teorizado. Asimismo, la base de su justificación debe encontrarse enmarcada dentro del mundo sensible.
Esta doctrina filosófica surgió en el Reino Unido durante la Baja Edad Media y debe su nombre a la palabra latina «experientia», que puede ser traducida al español bajo la forma de «experiencia». El empirismo surge como contraposición a la teoría racionalista, propuesta por René Descartes, que considera a la razón como la única vía capaz de arribar al conocimiento verdadero, puesto que la percepción puede ser una fuente engañosa.
Esta oposición surge en el marco del intento por descubrir las leyes que ordenan la naturaleza. En este contexto, refutar o no la teoría de las ideas innatas es fundamental para tomar como válida una de las dos posturas, puesto que el racionalismo se adhiere a la idea de que el conocimiento parte de la base de concepciones que Dios nos ha puesto al nacer, mientras que el empirismo considera al hombre como una «tabula rasa» que forja sus saberes a través del ensayo y el error.
Dos pensadores han sido las figuras más influyentes de esta doctrina. En primer término, John Locke en su «Ensayo sobre el entendimiento humano» asegura que el conocimiento humano sólo puede ser alcanzado a posteriori y que la mente funciona como una hoja en blanco en el que se escriben todas las experiencias vividas que luego sirven como marcos de referencia frente a situaciones similares. Estas no son de carácter inmutable, pues pueden corregirse a lo largo de nuevas vivencias.
Locke distingue dos instancias en el proceso de construcción de las ideas. Por un lado, la sensación se encarga de registrar los datos a través de los sentidos, mientras que, por el otro, la reflexión se ocupa de realizar las inferencias mentales necesarias que nos permiten ordenar y sistematizar la información. Es así como surgen dos tipos de ideas: las ideas simples, creadas de manera automática en nuestra mente luego de interpretar una percepción, y las ideas complejas, que surgen de la interacción de dos o más ideas simples.
En segundo término, resulta fundamental reconocer los aportes al empirismo que realizó el filósofo David Hume. Este pensador postula a las impresiones y a las ideas como los conceptos fundamentales de su teoría y reconoce dos clases de verdades: las verdades de hecho y las relaciones de ideas. Las primeras podrían pensarse como las ideas simples de John Locke, mientras que las segundas remiten a su definición de ideas complejas.
Una de sus relaciones de ideas más conocida ha sido la noción de causa. Para Hume, una causa no puede reducirse a una mera impresión, dado que se trata de una conexión entre pensamientos. Ahora bien, el aspecto más importante de esta teoría se apoya en reconocer que lo que une a dos ideas en una relación de causa-consecuencia es la repetición constante de impresiones que generan un hábito en la mente del hombre.
Sinónimos de empirismo
experiencia, realidad, observación
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"Empirismo: La Teoría del Conocimiento Basado en la Experiencia". En: De Significados. Disponible en: https://designificados.com/empirico/ Consultado: 7 de diciembre de 2024.
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