Organismos: Definición, Funcionamiento y Ejemplos

La palabra organismo hace referencia al conjunto de los órganos que conforman a un ser vivo. También se puede usar esta palabra como sinónimo para ser vivo del tipo que sea. Así, un organismo se trata del conjunto de átomos y moléculas que constituyen una estructura material compleja y organizada.

Además de ser una estructura compleja y organizada a nivel interno, un organismo también interactúa con el exterior. La mayoría de los organismos dependen del medio que los rodea para conseguir energía y alimento. Esto resulta necesario para que el organismo pueda funcionar correctamente y de forma orgánica.

Mencionamos que los organismos están formados por átomos y moléculas, a su vez estos conforman la materia. En este sentido, los organismos están formados por cuatro bioelementos principales que son: el carbono, el hidrógeno, el nitrógeno y el oxígeno. Por otra parte, y relacionado con estos elementos, se encuentran las propiedades básicas del organismo.

Entre esas propiedades básicas podemos mencionar las siguientes: Adaptarse al ambiente que lo rodea, desarrollarse gracias a la nutrición, la homeostasis o su equilibrio interno natural. También cuentan con irritabilidad al reaccionar ante ciertos estímulos, un metabolismo que los ayuda a transformar energía en nutrientes y la capacidad de reproducirse.

De acuerdo a la Biología, un organismo se trata de un conjunto de tejidos que tienen una estructura. Además, un organismo se caracteriza por ser parte de un ser vivo y tener una función definida. Por otra parte, la palabra organismo también puede describir un sistema social que organiza sus partes para lograr un objetivo.

El concepto social de organismo se entiende como sinónimo para una institución u organización. De esta manera, podemos hablar de organismos públicos o privados de acuerdo a su origen y labor. También cabe señalar que un organismo combina sus diferentes recursos de forma orgánica para lograr sus metas u objetivos.

Tipos y ejemplos de organismos

Los organismos vivos se clasifican principalmente entre autótrofos y heterótrofos según la forma en que se nutren. De esta manera, los organismos autótrofos son capaces de producir su propio alimento mediante sustancias inorgánicas. Esta clase de organismos pueden clasificarse a su vez entre fotosintéticos y quimiosintéticos.

En el caso de los organismos heterótrofos, estos no pueden producir su propio alimento. Para alimentarse entonces deben nutrirse con sustancias orgánicas que fueron sintetizadas por otros organismos. Los organismos heterótrofos se clasifican en fotoorganotrofos y quimioorganótrofos.

Los mejores ejemplos de organismos autótrofos son las plantas y las bacterias, mientras que los heterótrofos se cuentan los animales y el hombre. También podemos hablar de organismos unicelulares que se caracterizan por contar con una única célula. En estos organismos, la única célula que tienen se encarga de todas las funciones vitales.